Durante el primer año de vida de mi hija me di cuenta que era una niña irritable, desafiante, de poco dormir y mucho llorar, en una palabra, diferente. Su actitud me llevaba a puntos cada vez más violentos; con el paso de los años, para ser un poco más precisos 3 años, ya muy preocupada por la distancia emocional que había entre ella y yo comencé a llenarme de información para tratar de entender lo que pasaba, ayudarle y ayudarme a tener una mejor relación y he de decir que a mayor información, mayor era mi confusión.

Entre las muchas cosas que escuché decir, la que mayor impacto tuvo sobre mi fue "los niños no tienen problemas, tienen papás ineficientes" por lo anterior decidí tratarme en terapia con un poco de mejora, pero sin resultados contundentes; asistí a seminarios, talleres, cursos, terapias grupales, devoré algunos libros etc, etc, y siendo sincera todo me dio resultados, pero únicamente por un breve tiempo, de dos a tres semanas por que mi hija seguía teniendo reportes de conducta desde guardería todos los d??as.

La frustración en mí iba creciendo y la relación con mi hija iba de mal en peor al grado de sentir que no la quería. Mi grado de violencia tanto verbal, física y emocional hacia ella iba en aumento, pero siempre recriminándome a mí misma el ser un ROTUNDO FRACASO como madre y como ser humano.

En este buscar de soluciones desesperadas, cuando ella tenía como 4 años escuché en algún programa para padres acerca de niños con oposicionismo desafiante e inmediatamente supe que por ahí iba a encontrar algunas respuestas, pero fue hasta que en la escuela con un sencillo test me dijeron con mucha sutileza que no descartara que mi hija podía tener TDAH. Así que asistimos con un neurólogo, que con base en el mismo test y un electroencefalograma determinó que mi hija padecía TDAH y prosiguió a medicar de manera inmediata a la niña, oh sorpresa cuando nos dimos cuenta que el asunto de darle el medicamento se volvió el mayor problema que habíamos tenido porque a pesar de haber intentado por 4 horas suministrárselos de buen modo, sólo conseguimos enfadarnos, dárselo a la fuerza y generar miedo en ella, al segundo día decidimos mi esposo y yo suspenderlo, pero ya no perdimos enfoque de lo que nos estábamos enfrentando, así que, en la búsqueda, encontramos afortunadamente con CITPA, donde el equipo multidisciplinario conformado por neurólogos, psicólogas, pedagogas y terapeutas en diversas ramas, se encargan de vigilar y dar seguimiento en todos los aspectos al tratamiento de cada niño y la familia, que también se ve afectada de manera indirecta por el TDAH. Fue así que a través de una serie de estudios muy puntuales y observación de mi hija en la propia escuela, se determinó que aunado al TDAH, también cursa Trastorno Oposicionista Desafiante y bueno, por fin nos han dado luz en nuestro duro camino de encontrar una solución para su padecimiento que estaba minando su autoestima y nos convertía en verdugos de quien tanto amamos.

Ahora a unos meses de estar en tratamiento podemos ver que ella está mucho más contenta en la escuela, más satisfecha de sus logros, su comportamiento y la relación entre toda la familia ha mejorado abismalmente.

Nosotros también fuimos orientados sobre cómo tratarla, educarla y mejorar su autoestima.

No somos la familia perfecta, pero si somos una familia más feliz y funcional!!!

Bibiana Medina,